TRAMPA PARA DIÓXIDO DE CARBONO
UNA TRAMPA OCEÁNICA PARA EL DIÓXIDO DE CARBONO
Fig. 1: Descripción del CO2
Una planta
de Nueva Jersey tiene previsto poner a prueba el secuestro de carbono a nivel
del suelo oceánico. En un
intento de para el calentamiento global, un número de plantas energéticas están
capturando el dióxido de carbono que se emite durante el proceso de generación
de energía, licuando el gas a altas presiones y enviándolo a través de unas
tuberías hasta unos lugares de almacenaje situados a kilómetros de distancia.
Sin embargo, el secuestro del dióxido de carbono bajo tierra es poco práctico
por varias razones, y existe el temor de que el gas almacenado acabe
escapándose.
Fig.2 Dióxido de Carbono
En la actualidad, una nueva planta de Linden, Nueva Jersey,
se prepara para poner a prueba una tecnología de secuestro de carbono a nivel
oceánico que podría expandir su potencial en grandes proporciones. Si se
aprueban los permisos, la planta, operada por SCS Energy, con sede en Concord,
Massachussets, bombeará el dióxido de carbono contaminante hasta una zona de
arenisca a más de tres kilómetros por debajo del suelo del Océano Atlántico.
Los métodos de almacenaje utilizados hasta la fecha se han
basado principalmente en rellenar estructuras subterráneas tales como las
reservas de petróleo agotadas. Sin embargo, estas estructuras no contienen un
volumen suficiente como para acomodar las vastas cantidades de CO2 producidas.
Por otro lado, se teme que el almacenamiento bajo el mar pueda acabar
produciendo escapes y que el dióxido se filtre lentamente hasta el agua marina.
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Fig. 3 Formula química del CO2
Los sistemas de administración de presión deberían hacer que
el proceso fuera posible, añade Schrag. “Parece ser que la administración de la
presión es la parte más importante de todo el proyecto, y es mucho más sencilla
llevada a cabo bajo el océano,” afirma. Tanto en tierra firme como mar adentro, bombear el dióxido
de carbono en areniscas normalmente hace que el agua se desplace, con lo que la
presión aumenta. “Si inyectas una gran cantidad de CO2, tienes que hacerle
hueco,” señala Schrag. “Empujas el agua a un lado, pero no puede ir a ningún
lado.”
Si el CO2 se inyecta muy rápidamente, o si se añade más de lo que la
roca es capaz de aguantar, se corre el riesgo de que la arenisca se acabe
fracturando, con lo que el CO2 se podría filtrar lentamente con el paso del
tiempo. Schrag afirma que si se taladra la roca para formar una ruta
de escape del agua que ha permanecido atrapada en los poros de la roca durante
millones de años, esto podría hacer que la presión en la roca disminuyese.
“Esta agua marina de tanta antigüedad es muy similar al agua marina moderna,
por lo que no debería producirse ningún impacto ecológico al dejarla salir,”
afirma.
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